Biomecánica de los árboles. Franceso Ferrini

Un arbolista debe entender las características de cada árbol individualmente para evaluar su estabilidad y buscar intervenciones para reducir el nivel de riesgo

ÁRBOLES BIOMECÁNICOS, UNA DISCIPLINA PARA SER VALORADA 

Teniendo en cuenta que mis pensamientos son reflexiones sobre un tema, la biomecánica de los árboles, la cual no estoy familiarizado y sobre la que sólo tengo que aprender, creo que es útil volver a publicar viejos posts en los que, tratando de entenderme a mí mismo, trato de explicarles a todos la gente no "expertos" que siguen esta página (pero más de 44.000 a quienes agradezco uno por uno) algunos conceptos no triviales que requieren estudios específicos para ser comprendidos plenamente. 

La biomecánica es la aplicación de los principios de la mecánica a los organismos vivos (tanto animales como plantas). En particular, entre los diferentes campos de esta disciplina uno de los más interesantes en la práctica analiza el comportamiento de las estructuras biológicas cuando son sometidas a tensiones estáticas o dinámicas. Por esta razón está estrechamente relacionado con la bioingeniería, la kinesiología (esta última, de hecho, trata con la biomecánica de los seres humanos) y la ingeniería de tejidos. 

La biomecánica vegetal es una disciplina relativamente nueva y bastante compleja que, en palabras sencillas, además de profundizar el conocimiento básico de la ecofisiología de los organismos vegetales, se centra en la capacidad de los árboles para movilizar su propio crecimiento por "producir" nuevos “apoyando” madera cerca de regiones con alta demanda o debilitada debido a varias causas (decadencia, defectos estructurales). 

Este fenómeno se conoce como "crecimiento adaptativo" y tiene el efecto de causar irregularidades en la forma que se llaman "defectos". Así que la biomecánica estudia la forma en que los árboles crecen en un entorno particular para hacer frente tanto al apoyo estructural como a las funciones biológicas. A este respecto, es importante recordar que la desestabilización resultante de las operaciones de adelgazamiento de un peine aumenta exponencialmente a medida que aumenta la edad y la altura del árbol. Niklas (2002) señala que "cuando las ramas y ramas son eliminadas de las porciones de un árbol, las áreas que eran fuertes y resistentes pueden deformarse o romperse incluso en condiciones normales de viento. 

La poda cambia el equilibrio de carga en las ramas o raíces y esto puede tener efectos negativos en la estructura biomecánica del árbol, disminuyendo el factor de seguridad, definido como el cociente entre la máxima capacidad de carga (ca rompiendo rico) y t la carga real de la estructura o incluso rompiendo punto de la muy estimada estructura con uso ordinario (Niklas, 1999; 2002). Los artículos y libros de Mattheck, Wessolly y otros en la década de 1990 introdujeron la biomecánica en el mundo de la arboricultura y los arboristas comenzaron a describir los árboles como estructuras diseñadas, utilizando ecuaciones y términos típicos de la ingestión de materiales. A raíz de las primeras ideas, basadas principalmente en la observación y no en parámetros estrictamente científicos, las primeras investigaciones comenzaron a prepararse. Estos, llevados a cabo casi completamente en el extranjero, han producido una extensa bibliografía sobre la biomecánica de los árboles. Sin embargo, muchos de los experimentos se llevaron a cabo en árboles individuales, mientras que la mayoría de los especímenes estaban en conjuntos donde su estructura y exposición al viento están influenciados por los árboles vecinos o el edificio. 

Se realizaron experimentos biomecánicos para cuantificar las fuerzas impuestas a los árboles y su capacidad de resistir carga o fallar. Debido a la complejidad de los fenómenos, se han desarrollado modelos para "explicar" los modos de rendimiento específicos y sólo rara vez han sido verificados por experimentos científicos replicables. Lamentablemente falta investigación sectorial en nuestro país, porque nunca se ha pensado proactivamente en tratar de entender la biomecánica de los árboles y podría predecir, en un menos empíricamente, reacciones a presiones externas. Esto añade al hecho de que la investigación compleja requiere una inversión tanto económica como en el tiempo y, sobre todo, los resultados no siempre son generalizables y no fácilmente repetibles. Sabemos, de hecho, que cada árbol tiene una respuesta diferente dependiendo de la especie de pertenencia, edad, historia y condiciones de crecimiento. 

Hay una gran diferencia en cómo se comporta un abedul joven flexible, o un majestuoso roble en condiciones ventosas, una conífera piramidal, en comparación con una hoja globosa.

Un arborista debe entender las características de cada árbol individualmente para evaluar su estabilidad y buscar intervenciones para reducir el nivel de riesgo. Está claro que la investigación tiene un costo (como dije, no sólo económico) sino también numerosos beneficios: representa el camino hacia el desarrollo económico, social y cultural de un país, un camino que Italia tiene que seguir "a alta velocidad" pe Recuperando un po sicion que nos muestra menos competidores de otros países europeos y no europeos. Esto podría parecer sólo una proclamación política, pero teniendo en cuenta el costo social y, desafortunadamente, a veces las vidas humanas que determinan la caída de árboles, tal vez el costo inmediato de la investigación podría ser una gran inversión para el futuro. Incluso un conocimiento profundo de la biomecánica de los árboles, que puede no parecer una prioridad, puede ayudar a satisfacer las necesidades de la comunidad de manera eficiente, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Para ello, sin embargo, es necesario investigar y encontrar nuevas soluciones centradas en la competitividad de los investigadores, una competitividad que surge de la posibilidad de una financiación adecuada, la formación y su capacidad de trabajar a caballo entre diferentes diferentes en las áreas disciplinarias y hacia áreas de intervención estratégica. 

Con proclamaciones no se resuelve nada, excepto encender debates estériles que a menudo son capaces y a veces sólo de denigrar el trabajo de quienes, además de la pasión, también ponen su propio tiempo y dinero en ello. Es muy conveniente "sacarte los dientes" confiando a otros la tarea de dar respuestas o asumir responsabilidades. Sólo la observación continua, el estudio a fondo y la construcción de una base de datos actualizada continuamente de árboles caídos pueden realmente proporcionar ayuda concreta al trabajo de los arboristas. 

Texto extraído de publicación de Francesco Ferrini. Doctor en Arboricultura.

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